sábado, 22 de mayo de 2004

El agua que no siempre tomas.

Que si me va a seguir doliendo sea sólo cuando nadie pueda verme y que el humo verde calme mi derrumbe de grandeza; ya no quiero estar tan atada a tu barriga y querer que me arranques la cara y que me muerdas los ojos con tus colmillos protectores. Ojalá tu lengua fuera sólo para mí, ojalá pudiera ser todo lo que necesitas, como el agua que no siempre tomas...