jueves, 15 de diciembre de 2005

Rencor.

Por estos días no sólo la estupidez es abundante, sino también contagiosa, aguda y odiosa. ¿Cómo puede uno dejar de pensar en su bienestar psicológico para darle todo el control a los impulsos, a la costumbre y a las hormonas, al miedo, a la necesidad... Y es más fácil de lo que uno cree, y va pasando sin que nadie lo vaya notando, sólo uno, aunque trate de creer lo contrario.
Supongo que es así como empieza, como se apagan los sueños propios y se empieza a vivir a través de los ajenos... Te quiero conmigo, pero sin mí, sin todo lo inepta que me puedo llegar a sentir, sin todo el desprecio que me otorgo con tus triunfos.