lunes, 30 de octubre de 2006

Ruptura.

Otra vez me rompiste, me rompiste, me rompieron y me rompes, y me rompes y me rompo yo sola, porque siempre pasa que veo lo que quiero ver. Pero lo único que quiero es verte y besarte y tocarte las manos y la cabeza y tu boca llena de mentiras dulces que enamoran y de todo el amor que por ella te metí, de todo lo que te amo que se me sale por los ojos y me moja la ropa, y todas las palabras que te comiste y que me comí y de todas las cosas que pasaron (...) y los hijos, y el frío, y todo este frío que empieza a hacer sin ti y todo el odio que quiesiera sentir... Pero no está y te espero y te extraño y no sé qué hacer sin ti y sin los colores y la musiquita y las mentiras y las palabras que vuelan y se escapan y todo tú con tus ojos dolorosos y calientes y mi estúpida cara inmóvil y fría y llena de complejos y de inseguridad que se derrite y mis manos se quedan sin fuerza de apretar tu ausencia y tu frío que se hizo tuyo desde que te llevaste las noches de sudor y babas calientes en el cuerpo, en los labios, en las piernas, en mis senos puntudos y blancos, en tus manos y los ojos de los dos y de tantos más que pasaron por ahi alguna vez.

domingo, 10 de septiembre de 2006

Rabia.

Toda esta fragilidad dolorosa, mis errores, mis rencores, mis dudas, tus mentiras, tus arreglos y tus "amigas"; mis dudas y mis complejos y otra vez yo sintiéndome torpe, sola, fría... Mientras tú bailas y te bailan y te ríes, y se ríen y mis estúpidas dudas y tus malditas mentiras y tus malditos ojos llenos de maldad aunque no se vea y toda la maldita farsa de vida que decidí vivir y todos los hematomas de dolor que me dejé crecer. Y me siento enferma, y siento frio, y mareo y dolor, y rencor, y rabia, por encima de todo, rabia.

jueves, 7 de septiembre de 2006

El pelo corto.

Otra vez tengo las uñas que quisiera que se me claven en el alma... y me zumba el dolor en los oídos y me molesta la respiración, otra vez es tu ventaja y otra vez es mi culpa, y otra vez soy miserable y otra vez no soy suficiente y en el muy, muy fondo no es mi culpa, es una estúpida inseguridad que me inventé y que me aleja de ti y me duele, y me dueles, y me duelees desde lejos, desde mis errores y los recuerdos y los aromas a licor y las palabras que me salpican y me duelen tus noches, que son mis noches pero sin lucesitas, sin burbujas ni mariposas... Y como ninguna otra cosa me duele tu corazón y tu mirada que se me resbala de las manos y es increíble como se voltean las cosas, como de repente tú tienes todo el color y yo todas las nubes grises y las fieras salvajes y el dolor que no me deja verte y ver que te vas en tus unicornios de colores mientras a mí una hiena insaciable me devora el hígado...
Y no entiendo en qué momento me salí del círculo feliz de tantos años y en qué momento caí en esta selva oscura de pájaros y árboles que me escupen en la cara tanta inmadurez y en qué momento me adherí tanto a tus orejas, tanto que ya ni siquiera caben las mías que ahora son grandes y de un color como verde prodrido y que sólo se oyen a sí mismas toda su hediondez y toda la putrefacción que se inventaron y que me duele, me duele como este pelo corto de mierda que me gusta halarme y que me hace ver más desesperada y patética otra vez, como siempre que alguien se me queda las burbujas y me estalla, y me estalla, y me estalla, y me duele, y me duele y me duele.

lunes, 21 de agosto de 2006

El cíclope.

Voy a dejar que tus ruidosos ojos me descubran vagando por tu ausencia, para que me esperen. Y voy a mirarlos siempre de cerca, para que nunca olviden al cíclope que un día los abandonó. Voy a dejar que el tiempo pase como él quiera, encima tuyo o encima mio, o encima de los dos (en el mejor de los casos), y nos acerque a tus besos y a tus abrazos grandes y a tus brazos calientes y a tu boca pegajosa, y de nuevo a tus ojos, y tus ojos grandes y grandes que me miraban desde la foto y tantas veces de frente para rogarme que no me fuera, pero que luego me dejaron ir para demostrarme que sabían cuanto dolían, y que volvería, con el alma en la mano y el corazón escondido y remendado, preguntando por algo que ya no es mio.

martes, 30 de mayo de 2006

Desierto.

Te cuesta tanto ver lo importante que es para mí no romperme a pedacitos, que si soy muy frágil por dentro no es porque yo así lo quiera, sino porque de verdad me estallo con la presión y me desboronan mis lágrimas saladas y moradas. Siento que ahora todo es de un color curuba horrible y con manchas grises y siempre quiero limpiarlo y quererte bonito y sin mentiras, pero ese simplemente no eres tú, no es la imagen que tengo de ti, con tantos amaneceres en otras camas y tantas manos tocándote por todos lados y dagas que salen de bocas diferentes para clavarse en mis oídos y enseñarme a odiarte o a amarte con dolor, como he aprendido a hacerlo, porque he aprendido a disfrutar este dolor y a llevarlo con gusto como un bonus de esta relación llena de cactus secos y mentiras resbalosas plagadas de moho blanco y peludo.
Ahora sí me rompiste, me rompieron entre los dos y me creyeron de caucho y me dejaron todo el peso, me rompí, ¿qué hacemos ahora?... que entre la siguiente, ¡y ellas felices!. ¿Y a mí quién me ayuda? no para rearmarme pero sí para calentarme un poquito de este frio que sigue rompiendo todo y del morado de mis uñas que se me mete en los dedos y de todos los ojos que van a señalarme y de las manos en el hombro y del dolor en la cintura. Las manos se duermen con la canción porque nadie entendió que las pirncesas son de porcelana.

viernes, 20 de enero de 2006

Las luces de la noche.

Hoy, como tantas otras veces, tengo sueño de ti, y me hace cerrar los ojos y enroscarme en las cobijas, porque por supuesto, tú no estás aqui, como hace tanto tiempo que sucede, y tiende uno a acostumbrarse a la ausencia de alguien, y crece todos los días, y crecerá más y más, y pronto harás parte del cúmulo de ausencias que guardo por ahí, pero que no me atrevo a botar, por si algún día regresan, por si algún día regresas y te quedas de una vez por todas. Cosa que no va a pasar porque una princesa no debe exponerse tanto a las luces de la noche, que tapan los oídos y encandilan los ojos.

martes, 10 de enero de 2006

Estar en tu vida desordena la mía.

¿Cuándo va a irse todo este dolor? ¿Cuándo vas a dejar de respirarme en las ideas y de tocarme las costillas cuando intento dormir, sólo para que me de cuenta de que no eres tú? Que ya nunca volverás a ser tú, que ya no estás aqui aunque se sienta tu olor y se oigan tus pasos y se bailen tus canciones, ya no estás aqui aunque sigan doliendo tus palabras y se siga llorando por lo que haces. No sabes como me duele todo por dentro y por fuera y cada palabra que dijiste o escribiste, cada parte de mí que tocaste me duele ahora.
Aunque me duela pensarlo, estar en tu vida desordena la mia.