martes, 30 de mayo de 2006

Desierto.

Te cuesta tanto ver lo importante que es para mí no romperme a pedacitos, que si soy muy frágil por dentro no es porque yo así lo quiera, sino porque de verdad me estallo con la presión y me desboronan mis lágrimas saladas y moradas. Siento que ahora todo es de un color curuba horrible y con manchas grises y siempre quiero limpiarlo y quererte bonito y sin mentiras, pero ese simplemente no eres tú, no es la imagen que tengo de ti, con tantos amaneceres en otras camas y tantas manos tocándote por todos lados y dagas que salen de bocas diferentes para clavarse en mis oídos y enseñarme a odiarte o a amarte con dolor, como he aprendido a hacerlo, porque he aprendido a disfrutar este dolor y a llevarlo con gusto como un bonus de esta relación llena de cactus secos y mentiras resbalosas plagadas de moho blanco y peludo.
Ahora sí me rompiste, me rompieron entre los dos y me creyeron de caucho y me dejaron todo el peso, me rompí, ¿qué hacemos ahora?... que entre la siguiente, ¡y ellas felices!. ¿Y a mí quién me ayuda? no para rearmarme pero sí para calentarme un poquito de este frio que sigue rompiendo todo y del morado de mis uñas que se me mete en los dedos y de todos los ojos que van a señalarme y de las manos en el hombro y del dolor en la cintura. Las manos se duermen con la canción porque nadie entendió que las pirncesas son de porcelana.