martes, 21 de septiembre de 2010

Marcel Proust. "En busca del tiempo perdido (Por la parte de Swann)".

Tal vez las cosas a nuestro alrededor deban su inmovilidad a nuestra certidumbre de que son ellas y no otras, a la inmovilidad de nuestro pensamiento ante ellas.

domingo, 19 de septiembre de 2010

La Pizarra.

Otra vez hay una pizarra en blanco, y todo se vale...
Otra vez hay que empezar a organizar las fichas y escogerlas una por una, como hubo que escoger también la pizarra.
Y ponerse el traje de batalla y lanzarse con una sonrisa muy grande y los ojos chispeantes a saltar cuadritos en la pizarra y avanzar hacia alguna parte, no importa si en el afán en vez de avanzar se retrocede, lo importante es no volver a quedarse quieto, no volver a esperar, en definitiva, no esperar.
Que al final siempre hay premio de consolación y es la máquina la que gana.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Tu panza.

Me invaden como antes esas irreparables ganas de besarte los labios como anoche, en el sueño, aunque eras tú el que me besaba, y como todas las veces cuando pasa mucho tiempo sin que me beses, todo era solucionable, no había un pasado tormentoso y cualquier error no era importante, como siempre cuando es un principio.
Y tenías los labios calientes y me abrazabas con tus brazos también calientes, que me apretaban contra tu panza cada vez más grande en la que tantas veces me acosté, y en la que ahora se acuesta alguien que vaya uno a saber si entiende lo que trata de decir esa panza cuando habla, con sus pelos negros en la piel de maizena. Yo le entiendo a esa panza, aunque parezca que no te entiendo a ti, pero ella está estratégicamente ubicada entre tu razón y tus ganas y es inevitable que se entere de todo y por eso me entiende y la entiendo, porque sólo ella y yo sabemos que no es inútil seguir adelante con la planta y escribirte en estos papelitos que nunca vas a leer.

lunes, 13 de septiembre de 2010

La princesa en la torre.

En días así es mucho más fácil extrañarte, y mucho más difícil tragárselo en vez de decírtelo de una buena vez: que el miedo a que te enamores me está devorando la planta de los pies a mordisquitos y que nadie logra entenderlo, ¿lo entenderías tú?, si te lo dijera... como si no lo supieras!... Como si no lo supieran todos; que no puedo ni mirarte a los ojos para hablarte porque los brazos se me derriten de ganas de saltarte encima y de quedarme ahí, apretándote la vida y desenrollando el hilito de la mía. Y me hace pensar en la ineficiencia de estos amores para siempre que se me meten en la cabeza, no puede ser que no me funcione como a todos los demás y que no pueda superar este complejo de princesa en la torre a la espera de su final feliz pero inventando para cada príncipe un dragón nuevo, cada vez más invencible.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Mi bella genio.

Anhela una verdadera soledad, en otro planeta, quizás, donde nadie la vea, donde no tenga que interactuar con nadie; sólo ella, en ese planeta. Probablemente suyo. Únicamente ella y esa almohada, que nunca le devuelve el abrazo, y los libros que no le hablan, que no la pueden ver y no la lastiman, tan lejos de todos y tan protegida de sí misma. ((Hoy siento que me asomé a la botella y me caí adentro, y estoy en el fondo ahogándome, y desde afuera todos me miran y se ríen, y hay una tos y no se puede respirar)).

jueves, 9 de septiembre de 2010

Charles Peirce (Collected Papers, 6.217).

No significa otro que, siendo "otro" un sinónimo casi exacto del número ordinal segundo. Como tal implica un "primero" por lo cual el presente puro cero es anterior a cualquier primero. La nada de la negación es equivalente a la nada de la muerte, que se halla en segundo lugar o después de cualquier cosa. Pero el puro cero es la nada por no haber nacido aún. No hay una cosa individual, ninguna fuerza, ni interna ni externa. No hay reglas. Es la "nada" germinal, en la cual el universo entero está involucrado o constituye una señal. Como tal, es absolutamente indefinido y de ilimitadas posibilidades. De ahí que, en su estado inicial, no existieran carencias del ser "potencial".

martes, 7 de septiembre de 2010

La camisa de fiesta.

Decidió volver a escuchar a su intuición, cosa que hace mucho tiempo había dejado de hacer, y cerrarle a él la puerta en la cara, no esperarlo más. Es aterrador todo el tiempo que ha pasado, lo poco que ha pasado y lo mucho que ha pesado... Y fue cuestión de verlo una tarde con su camisa de fiesta para convencerse y poder sonreírle, por fin, con una sonrisa sincera, que ya no pretendió hacerlo suyo, sino dejarlo seguir, como él la dejó seguir a ella, porque entendió que en ese tempestuoso corazón que ni ella conoce del todo, él nunca iba a poder tener el control; y prefirió navegar en un barco diferente, para suerte de los dos, aunque haya costado tanto llegar a entenderlo así.