sábado, 13 de noviembre de 2010

Nada.

Ya no importa más, nada importa más, ni menos. Es una nada acogedora que se me instaló entre la panza y el tórax.

Me exprimiste el amor, y ahora no hay... ni para ti, ni para los demás.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Soledades.

Tengo como Benedetti una soledad concurrida, pero no me sabe a procesión sino más a concurso de belleza y a retazos de Hiroshima. Hay un gris de invierno y un calor de encierro; no se puede correr a ninguna parte y se corre con el enemigo adentro, como una masa entre las costillas y las ganas, o las no ganas, que son por estos días tan persistentes. Son este tipo de soledades sin rabia las que se llevan el buen juicio, y ahora me sale que no me importe nadie y es cuando más necesidad tengo de que a alguien le importe, aunque sea por encima, o aunque sea sólo de tacto y compañía, pero es más fácil siempre enredar las sábanas y cuesta tanto levantarse y salir de ahí, sin haber encontrado lo que uno no sabe que está buscando y llevándose en cambio toda la soledad en una maleta mucho más grande y que no sólo pesa como un yunque sino que no se queda quieta y llora y grita y patalea y se ríe y canta desentonada una melodía insoportable y nos puya la espalda con un dedo delgado y nos mordisquea el cerebro con ansias de piraña. Pero hay que llevarla igual, porque no cupo en el cuarto donde ya estaba la soledad del otro, no se llevaron bien y decidieron seguir siendo soledades, la de él, o ellos y la mía, peluda, llorona, malcriada, redonda y aceitosa que no acepta estar cerca de la soledad de nadie y que olvida poco a poco como era antes de ser tan soledad como es ahora, antes de terminar de convertirse en una Señora Soledad, encopetada y engreída, con el resto de la existencia bailando al son que ella toque.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Freez.

Te acercas de repente a averiguar si todavía eres la razón de mi freez en el pelo... Das media vuelta y te vas, con los labios apretados y el ego decepcionado.