martes, 29 de junio de 2010

El gusanito.

Me sucede a veces que siento que me cuelgas de las paredes de la panza como esos gusanitos que creo que llegan a ser polillas y que se retuercen por largos períodos de tiempo en un saquito de mugre y que no he llegado a saber nunca si llegan a tener alas o si son siempre el mismo gusanito que se retuerce colgando de la pared.

jueves, 24 de junio de 2010

El caleidoscopio.

En algún momento te dije, cuando me pediste que te comparara con algún objeto, que eras como un caleidoscopio; tú me dijiste que yo era como una burbuja, no supe nunca si eso era bueno o malo pero asumí que como muchas otras, había sido una respuesta de esas que calman la tos pero no matan el virus. Pero ahora que te he visto más de cerca pienso que no eres del todo un caleidoscopio sino más como esos cubos con cuadritos de colores unidos por el centro, tan difíciles de ordenar.

miércoles, 23 de junio de 2010

Mosquitos en el call center.

Hay un animalito que se me acerca volando al oído que no tiene audífono y me habla de ti, me hace confundir las palabras y me llena el cerebro de la imagen de tus ojos negros y malos que fingías tan tiernos y que yo quise ver tan sinceros pero que me quedé sin saber realmente como podían llegar a ser cuando quer... !plaf!... contra la pared azúl del cubículo.

miércoles, 16 de junio de 2010

Surreal.

Me cansé de explicarte ya como es que está todo lo mío hecho de goticas que van corriendo por todo el cuerpo para que no vuelvas a apretarme así, hasta sacarme todo por los ojos porque me haces sentir pequeña y vacía, y me miras desde arriba como con deseos de pisarme y yo no puedo ni siquiera moverme porque espero que al menos algo de esa zuela sea mío.

Cuando me acuesto y cierro los ojos para dormir veo un reloj que da vueltas y tiene tu cabeza maligna sonriendo en vez de números y de repente se desvanece y hay un fondo negro en el que yo estoy sentada, bastante más pequeña que tú, que estás parado a mi lado, de nuevo sonriendo con esa mueca de nariz rellena que te sale tan desagradable. Y tienes un bate en la mano, que no es como los de baseball sino como los de las cartas; y me golpeas, y te ríes, y yo me hago más pequeña, y me acurruco, y me golpeas, y trato de taparme la cara, y te acercas y me tomas amorosamente el mentón para que te mire y de nuevo... pum!, un golpe en un ojo, y trato de cubrirme con los brazos y te ríes, y me golpeas, y me hago más y más pequeña hasta que soy sólo una masita que unos brazos flaquitos intentan cubrir, y me golpeas, y te ríes, y estallo y me desvanezco en un humo gris con cenizas.