Me di cuenta de repente de que no todo mi cuerpo te extraña, que es sólo una cuestión que se inventaron mis piernas y a las que siguieron mis brazos, mi barriga y mi boca, que se encalambran de pensarte; pero mi cerebro no, mi cerebro se puso a nadar y se sintió flotando, tranquilo y moviéndose despacio pero autónomo, el reto está en que sea tan fuerte y tan firme en su reacción como para convencer a los demás y que podamos estar todos tranquilos.
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