"...el amor -y, por consiguiente, el odio- de la multitud es uno de los móviles más poderosos en todos los hombres, ya sea porque intenten gustar a los demás o impresionarles o mostrarles que los desprecian. En el solitario el enclaustramiento -aún absoluto y hasta el fin de la vida- tiene en muchos casos como principio un amor desajustado de la multitud que prevalece hasta tal punto sobre cualquier otro sentimiento, que -al no poder obtener cuando sale, la admiración de la portera, de los transeúntes, del cochero ahí, parado- prefiere no ser visto nunca por ellos y para ello renunciar a toda actividad que lo obligaría a salir"
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