Yo iré después (...o no.) cuando ya no te queden ganas y cuando ya no haya nada que hacer.
Porque extrañarte se me hizo ya una costumbre que amo más de lo que te amé a ti, que no quiero alejar de mí, que me relaja, me acompaña, me consuela y me entretiene; es una forma de llevarte conmigo como un globo de helio amarrado a una cuerdita.
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