Te vas yendo así, despacito, como caminan los viejitos que ya no quieren ir a ningún otro lugar, como las olas del mar, despacito, como un fuego que se va apagando. Y yo te intuyo frío, sereno, con los ojos cerrados tanteando el camino y dejando huellas en la arena.
Mejor sin mí, se camina hacia adelante y no hacia adentro, menos libélula y más escarabajo.
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