miércoles, 2 de octubre de 2013

Desde adentro

Es una sala de cirugías donde todos tenemos escalpelos pero ninguno sabe quçe hacer. Se hace obvio cuando se van, cuando vemos que ya no hay quién se ocupe de lo que hacían y en cambio hay miles que se ocupan de lo que creíamos que les correspondía.

Ya no se está tan bien aquí, es un cuerpo blandito, en todos los sentidos, con sabor a remedio amargo y olor a guardado, a olvidado. 
¿Por dónde habrá salido toda la luz?
¿Volverá?

Al tacto es como un terciopelo por el que resbalan gotas de un líquido lechoso que los pelitos no alcanzan a absorber. Despacio todo se resbala, no hay nada que los pelitos alcancen a agarrar si en la superficie todo es tan espeso, tan superficial, tan efímero. Hace falta tiempo de calidad con el vacío en la habitación y las letras negras con las que siempre vuelve la luz.