El Fantasma.

Me gasté el tiempo que tenía para olvidarte olvidando un poco de mí y rellenando todo de ese fantasma que inventé de ti, que se aparece todas las noches y las mañanas si falta para recordarme la ausencia que tengo en la espalda.

Las Olas.

Tu amor fue como una ola de mar. Me acerqué a la orilla temerosa y con los pies fríos... fuí teniendo cada vez más confianza y avancé, mientras más agua había menos frío sentía y terminé por sumergirme con total tranquilidad. Pero el viento sopló más fuerte y se formó un gran puño de agua que no vi crecer detrás de mí, y me golpeó y me arrastró, quien sabe cuántos metros y qué tan profundo, pero no podía agarrar nada ni encontraba la forma de flotar para poder respirar, y me dio tantas vueltas como quiso y me llenó los oídos de agua entre revolcón y revolcón, y cuando por fin pasó ya estaba demasiado lejos del punto de partida y sin fuerzas, ni ganas, ni aire...

Muerte.

Te me tenías que morir... cuando apenas empezaba nuestra vida juntos, cuando apenas empezaba a salirse de mí todo el amor en raciones de besos, de caricias, de roces, de miradas, y al final de súplicas, de llanto y de abrazos que te rogaban que te quedaras, que lucharas por mantenerte con vida, con vida y conmigo. Traté de sostener tus estertores con caricias, pero sentí (aunque no sea fácil de creer) el momento exacto en que te saliste de ese cuerpo y mis ilusiones se agrietaron hasta convertirse en fragmentos de algo gris con textura de galleta. Y te seguí buscando en ese cuerpo porque no quería volver a estar sola y me engañé unos días pensando que con el cuerpo solo iba a poder ignorar tu ausencia, pero ya no me mirabas desde ahí adentro y las manos que se encrespaban ya no me tocaron nunca como cuando tú se lo encomendabas. Y ahora no sé en donde poner estos brazos de astillas que van por ahí aferrándose a todo y a nada, buscándote en todo y encontrándose con nada.

El Dibujo.

Que ganas de dibujarte, de pasarte un carboncillo por los hombros y la barriga, de besarte despacio el pecho como queriéndote tocar el corazón, y que me calientes la vida con tu presencia.

Mi fantasma.

Voy a suponer que has muerto, que al que sigo esperando es un fantasma que está atrpado en alguna parte de tu cuerpo y que no podrá nunca venir. Mi fantasma, porque es de la única forma en que puedes volver a ser mío.

Julio Cortázar. "Cuentos Completos 1"

"...y la ausencia de Sonny, presente en todas partes como son las ausencias."

Corazones.

Este corazón que a ratos se quiere salir y parece que no le importa no tener pies para lanzarse corriendo detrás de ti a gritarte que entre rencores y tristezas todavía extraña al tuyo palpitando en la espalda del cuerpo del lado.

Oscuridad.

¿Fuí yo o fuíste tú?... Ya no sé ni de qué color se ven las cosas, es como si alguien estuviera prendiendo y apagando la luz desde otro punto, desde el punto en el que tú estás tal vez, ¿cómo será?, ¿me pensarás?, es que no se te ve lástima en los ojos, ni rencor, ni dudas, nada... porque ni siquiera puedo verte de cerca los ojos, e igual que tu boca no dejan que me entere de nada.

La princesa cobarde.

Y la princesa envejeció y se puso fea y amargada de esperar a que el príncipe fuera a buscarla a la torre... quiso muchas veces salir ella a buscarlo pero nunca tuvo suficiente valor.

Milan Kundera. "La insoportable levedad del ser".

"...es precisamente el débil quien tiene que ser fuerte y saber marcharse cuando el fuerte es demasiado débil para ser capaz de hacerle daño al débil."

Aire.

Pensé que el aire caliente que me soplabas en la espalda cuando dormíamos era amor que se te salía del cuerpo todavía caliente... con el tiempo entendí que era sólo aire.

Historias.

Ahora que devoro los libros con ansiedad y me dejo atrapar, perturbar y encantar por esas historias tan reales como inverosímiles, voy tomando de cada una un final para nosotros dos... si no terminaban juntos yo iba a quererte en silencio y con paciencia hasta el fin como una sombra; si, por el contrario, la historia de amor prosperaba, entonces esto era simplemente un espacio que la vida nos dio para alcanzar más madurez, establecer los proyectos de cada uno y volver a la vida juntos más preparados que nunca; en algunos se colaba un desamor, o los corazones rotos del camino de otro gran amor... yo estas las ignoraba, no hay espacio para desamor en la historia de esta princesa, no tenían nada que ver con nosotros dos y detenerme en ellas me hacía sentir mareo y ganas de vomitar.

Pitonisa.

Este poco pelo que me queda en la cabeza te lo voy a regalar a ti, y me voy a sentar con las piernas bien derechas y las manos cruzadas encima de la falda a esperar a que salga el nuevo pelo... y si no llegara a salir pelo nuevo, voy a rediseñarme la cabeza, para que sea también atractiva sin pelo, como una esfera brillante en la que otros puedan ver su futuro.

Bailando.

Las ganas de bailar que me dan a veces no tienen nada que ver con la parte de mí que quiere que estés aqui, parece que vienen de la razón, que sabe que debería estar bailando de alegría por haberte sacado de mi vida, con tanto éxito que ahora no puedo ni siquiera recordar cómo había hecho para meterte en ella.

Esperar.

El tiempo que no pasa y la pena que me pesa...

El Globo.

Intenté agarrarme con todas mis fuerzas de lo único que sentía realmente seguro en la vida y de tanto apretarlo estallé ese globo fucsia y metálico que con tanto ahínco y con tantas noches sin vernos habíamos inflado, y tú le soplabas promesas y yo le agregaba paciencia, y tú le ponías interés y yo todas mis ilusiones, y pasiones, y anhelos, y sueños, los sueños que sólo ocupé contigo y que olvidé que eran míos y que tú podías haber sido parte del elenco pero no protagonista como yo te puse, pero lejos de cualquier pronóstico tu escogiste ser villano y sacar a esta princesa de su propio cuento de hadas.

Invisible.

De tanto desear ser invisible... lo conseguí!

La cucaracha.

Otra vez me quedo yo con estas ganas de morirme, de que se me apague la vida como se te apagó el amor, todo alrededor se empieza a poner blandito y asqueroso como la cucaracha del cajón y toda la fuerza que había tenido se desvanece y me parece ver tus ojos mirándome con odio, nerviosos y odiosos, vacíos del amor que un día me tuviste y que tantas ganas tengo de encontrar. Ahora es tan obvio que se hizo aire, que te nació un rencor como de pasto seco y se te instaló en los oídos, no quiero ni saber porqué, pero pasó.

Tu pared.

Tengo en la cabeza una música que va y viene, una alegría que no termina de serlo y un sabor en la boca que no me logro tragar. "Soy más feliz sin ti". Sí, pero ¿porqué tengo que recordármelo todo el tiempo?, ¿no debería ser ya obvio?... Si es cierto que era más feliz así, porque todavía quiero verte, ir corriendo a que me estrelles con esa pared que no es nueva, porque desde hace años había notado que la tenías, pero no pensé que fuera tan firme...