domingo, 29 de agosto de 2010

Información confidencial.

A medida que disminuye la necesidad de huir de él, van aumentando las ganas de huir de los demás, del entorno de él, tal vez un poco también de mí; porque lejos de todo lo que era de los dos hay tanto que es realmente mío, a lo que nunca tuvo ni tendrá acceso aunque quiera asomar su nariz redonde de payaso malvado; porque viene de una parte del cerebro que no alcanzó a contaminar, una ventana que cerré con información que protegí desde hace mucho tiempo, no por él, ni por los demás, viene desde mucho más tiempo atrás, probablemente.

martes, 17 de agosto de 2010

El Mar.

A veces eres como una ola de mar, tan azúl, con blanca espuma y esos movimientos a veces lentos y a veces feroces que me derrumban los pies y me hacen perder las ideas; y si me acuesto en la arena tienes esa forma delicada y macabra de entrarme por los oídos que me adormece. Y sonrío; y es un placer tan engañoso dejar que se me instale en el cerebro toda la sal de tu vida que no hay sonrisas que calmen el dolor ni tardes soleadas que rompan con el invierno...
Pero es tan lindo ver el cielo desde este punto que no dan ganas de pararse, porque el sonido del mar es tan relajante que indiscutiblemente eres todavía un Tú, y no un Alguien, como yo quisiera que fueras, (¿o no?...) eres todavía irremediable y decididamente un Tú, con esos colores entre azúl y blanco y tanta profundidad que vaya uno a saber si alcanzan las piernas para no ahogarse, o si alcanza la voluntad para dejarse ahogar sin culpa y dejarse calentar con el lado oscuro de ese mar, que ni se entera de lo mucho que estoy todavía por ahí, probablemente porque la única que escoge siempre seguir undiéndose hasta dejar de respirar soy yo.

sábado, 14 de agosto de 2010

50.

Ayer mientras viajaba en el 50 te me volviste a aparecer en la cabeza del que iba en el puesto de adelante. Rápidamente y sin pensarlo me elevé con los brazos extendidos hacia los lados y la mirada puesta en tus ojos malignos, y al mejor estilo de Karate Kid te rompí la nariz con una patada de la pierna derecha. Ante la mirada atónita de los espectadores quedé suspendida en el aire pensando en lo mucho que me satisface verte ahí en el piso, mucho más pequeño que yo, inconciente y con la nariz sangrando.

martes, 10 de agosto de 2010

Dormir.

Tengo un calor en las costillas que se siente como cuando tenías los brazos ahí, cuando dormías conmigo. Y a veces hasta me parece que me sigues respirando en la espalda y en vez de sentir menos peso en las costillas porque tus brazos no están realmente ahí -y esperemos que sea así para siempre- se siente mucho más peso que antes, es como que pesa tanta ausencia, la tuya y la de cualquiera, porque no hace falta que ese brazo en las costillas y ese aire caliente en la espalda sean tuyos; ciertamente no eres tú lo que hace falta sino el brazo en las costillas, la respiración cerquita en la espalda y las cuatro piernas enredadas.