domingo, 29 de agosto de 2004

Cumpleaños.

Tengo tanto miedo de despertarme mañana y que estés listo para escupirme tu hombría en un oído y lamerme los labios con tu lengua de rana. Ojalá volvieras todo amarillo y con burbujas de colores y llenaras todo lo mio de mariposas y me dejaras más blanca y azúl.

Tengo demasiado miedo, ¿qué tal que te salgas por uno de los huecos del teléfono y me vuelvas a arrancar el pelo? Me duele como si ya estuviera pasando y eso que ya no eres maga, ¿o si? Cómo saberlo si no sé nada de ti ni de tus cuchillos y mucho menos del polvo mágico que alcanzaste a robarle al mago mientras él le coqueteaba al conejo.

Y tenía que llover para que además me diera frio... Me congelo por dentro a pesar de las velas; se me están congelando los brazos también, o quizá estén tiesos por el licor barato y el aroma verde; pero el frio es más adentro y un poquito más arriba de donde está el miedo, para colmo me pesan los ojos y se está acabando una de las velas.

Ojalá no amanezca muy pegajosa y amarilla, ojalá alguien logre pintarme muy blanca y azúl otra vez y se entusiasmen los colores de tus mariposas para que vayan pintando todas las paredes mientras tanto. Va a ser difícil esconderte mis burbujas; espero no desgarrarme en el intento de meterte en el papel. Ojalá no estés armado y aparezcas bien Camilo pero sin dagas ni espinas.

domingo, 22 de agosto de 2004

Adiós Mago.

Dejarte porque se te está acabando el mago y ya no estás tan maravillosamente malvado y verde, o porque nunca fuiste mago, bueno, sólo en las caderas y tal vez un poco en las mentiras, pero nunca el mago que yo te dí. Lo mordiste tan fuerte que se reventó y olvidaste ponerlo en el hueco de tu axila.
Dejarte ahora para encontrar un mago de verdad, con el que no tenga que engañarme y que sí me deje bañarlo en pintura de colores sin miedo a perder su original o a que se le queden pegados los demás; un mago que no me arranque el pelo para devolvérmelo hecho peluca, que no haga de mí un pin pon sino cuando realmente lo necesito; un mago tan encantador que me haga suya sin creerse mi dueño y que no me cobre con lágrimas los amaneceres.
Adiós mago, ya no te daré más vida, se irá de ti, Camilo, como se van los superhéroes cuando el hombre tras ellos se quita el traje. Ahora la bienvenida a Camilo, esperando que no hayas copiado nada de mi mago para que no puedas hacerme ninguno de sus hechizos y dejarme toda azúl y de papel reciclado, no; tú no sabes ni sabrás nunca como hacer esas cosas, todo tu encanto está en las mentiras, las sábanas y el cuello caliente, y es tan temporal que no se alcanza a retratar, no eres nada sin mago, Camilo. Eres sin mi mago como cualquier otra Camilo, o Andrés, o Mauricio, o el que sea, no eres nada particular sin él. Y como es mío puedo quitártelo cuando quiera.

miércoles, 18 de agosto de 2004

Orgullo.

Para que me dejes dormir tendré que encerrarte en un frasco. Tengo tantas ganas de despegarte la piel de caucho, abrazarla y bailar con ella hasta que ya no esté caliente. Por favor, vuelve a mí, ya no sé ni que escribir... !Vuelve!... Magoooo... Tócame la cara otra vez y párteme los labios. Vuelve que ya quiero llorar y que me veas hacerte muecas y taparte los ojos. Vuelve y desaparéceme temporalmente, vuelve mi mago y trae a Camilo para que vea como nos divertimos y se sienta más pequeño y se unda en su cabeza de futbolista. Otra vez mi orgullo de madera nos partió la espalda y nos puso en extremos opuestos; se hace odiar tanto o más que mi feminidad o tu machismo.

domingo, 15 de agosto de 2004

Cabeza de futbolista.

Voy despegándome de ti, y mientras observo como se agranda la burbuja que te salió en la barriga, apreto con mis manos tus bordes para quedarme al menos con un pedacito, con algo de pelo, podría ser, o con una uña de algún dedo de tu pie. Voy a quedarme con más mago de lo que pensé, ya se me está pegando; él se quiere quedar conmigo y tú en cambio ya no serás mago nunca más, de nadie y no tendrás nada de mí, bueno, aparte de los puntos negros con letras que te regalé y las manchas moradas que se me quedaron en tu cama porque se escondieron debajo del colchón y dentro de la almohada. Ten cuidado porque a veces se desordenan y pueden dañarte las ideas. Hoy tengo los ojos muy bonitos, que lástima que no puedas verlos; y el pelo está como verde. Hoy hay una desnudez que es casi perfecta.
Para inspirarme cuando ya no estés, me siento desnuda frente al espejo e imagino que es a ti a quien veo. No puedes irte todavía porque no he podido dibujarte (...)
(...) Puedes irte cuando quieras porque siempre que use una falda voy a encontrarte ahí abajo. Me gusta tu cabeza de futbolista, me gusta mucho y la boca con el labio de abajo queriéndose salir para montarse en el de arriba.

sábado, 14 de agosto de 2004

Así.

Otra vez contigo y pegada desde la cabeza, aislándome del mundo para mezclarme contigo, aunque sin tu otra parte; y aunque no hay besos, ni tu olor, hay mucho de ti, hay casi todo de ti, pero en mí, en el aire, en mis movimientos, en el trago, el cigarrillo, la música, el olor a avenida, y las palabras de la gente insignificante, y tu pelo, por todos lados como advirtiendo algo y arrepintiéndose después, como yo tal vez, pero más tranquilo y menos conciente de la estupidez que representa perder la cabeza por algo así, o por cualquier otra cosa que no sea así, es probable que de no ser así la cabeza se mantendría en su sitio. Que ganas de tenerte otra vez, así.

miércoles, 11 de agosto de 2004

Huesos secos.

Estás en todas las paredes, me asfixias y me apretas las costillas hasta oírlas quebrarse entre tus dedos fríos, y te ríes (...) bueno, y nos reímos.
Cada vez más azúl, más sombra, más tu ausencia y más libertad. Se prenden luces adentro y se quieren salir por las manos y las yemas de los dedos. Más tus mentiras y menos mis dudas, más mis huesos secos y menos tus besos diabólicos.

lunes, 9 de agosto de 2004

Viajas.

Mago, que ganas de hacerte el amor y que miedo a que nos quedemos pegados o a que me arranques el pelo... !No! eso sería una suerte. Hazte real y abrázame, vuélvete lluvia para que puedas desteñirme sin que me desangre. ¿Qué pasará ahora? ¿Tendrás frío? No. En ese caso harías un hechizo; que encantadora indolencia te acompaña y como me duele no haber hecho el pacto con el mismo diablo que te permitió tomar forma de hombre medieval europeo con rasgos deformes y cuadriculados con colores cálidos. ´
Tengo frías las manos y se me cae el pelo y tú no apareces, ya se deshizo la lámpara y te duermes todavía sin que yo pueda tocarte, te alejas como en un barco y me ahogo con aire, me infla y me estalla y tú ni te enteras, viajas por mundos de gamuza con alucinógenos suicidas que te cubren y te protegen, sobretodo en estos días tan peligrosos por pegajosos.

La gotera en el baño.

Que me duela en el día cuando esté acompañada, que pueda separarte del mundo y de su horrible influencia gris, hacerte más amarillo y púrpura y dejarte sin manchas rosadas para que no puedas hacerle el amor a nadie más. Y que nadie pueda tocarte las caderas ni arrancarte pedazos de labio de mortadela como pinceladas.
Mago que destruyes todo lo que tocas, tócame, toca mi valentía y mi estúpido orgullo de madera, apaga las velas y duérmeme con tu burundanga, tócame como a una armónica desafinada y siente mis dedos que se quieren llevar tu olor a ceniza, siente mi boca que te quiere sacar el alma y la sangre desde el cuello o la clavícula, apretarte hasta hacerte explotar y luego llorarte abrazando tu muerte y tu desafiante ausencia como la gotera en el baño.

domingo, 8 de agosto de 2004

El Mago.

Mi mago en las caderas, en las mentiras y en el pelo y en las manos. Mi mago con los labios partidos y el cuello caliente. Mi mago y mis manos y tu piel, y su aroma que se pega en los dedos. Mi mago en la cama y sin ella, con los huesos y el olor a mango viche en la habitación. Que ojos tan horribles tienes, mi mago, como no querer quedarse cerca de su insignificante presencia y de tus besos de chicle de canela que dejan sabor a tabaco y a licor dulce, de tus dedos y tus uñas imperfectas, de tu barriga llena de pelos negros como islas, y que delicia de piel, con voz propia y hasta personalidad que se sale en forma de pelos que no son como los de tu cabeza...

Mi mago y su abandono y mi dolor y tu ausencia, mi vacío, mi suciedad, ya no huele a nada, nada. Mi estupidez, y lágrimas aunque no muchas, y patadas y puños en el pecho como los de un niño y la uva pasa otra vez. Mis dedos regordos y mi cara de imbécil con ganas de llorar y de separarse del otro cuerpo inservible, inoloro e insaboro.