domingo, 15 de agosto de 2004

Cabeza de futbolista.

Voy despegándome de ti, y mientras observo como se agranda la burbuja que te salió en la barriga, apreto con mis manos tus bordes para quedarme al menos con un pedacito, con algo de pelo, podría ser, o con una uña de algún dedo de tu pie. Voy a quedarme con más mago de lo que pensé, ya se me está pegando; él se quiere quedar conmigo y tú en cambio ya no serás mago nunca más, de nadie y no tendrás nada de mí, bueno, aparte de los puntos negros con letras que te regalé y las manchas moradas que se me quedaron en tu cama porque se escondieron debajo del colchón y dentro de la almohada. Ten cuidado porque a veces se desordenan y pueden dañarte las ideas. Hoy tengo los ojos muy bonitos, que lástima que no puedas verlos; y el pelo está como verde. Hoy hay una desnudez que es casi perfecta.
Para inspirarme cuando ya no estés, me siento desnuda frente al espejo e imagino que es a ti a quien veo. No puedes irte todavía porque no he podido dibujarte (...)
(...) Puedes irte cuando quieras porque siempre que use una falda voy a encontrarte ahí abajo. Me gusta tu cabeza de futbolista, me gusta mucho y la boca con el labio de abajo queriéndose salir para montarse en el de arriba.

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