viernes, 16 de enero de 2004

Inocente.

Todas las cosas que había vivido y que nunca pensó repetir. Conclusiones de momentos inverosímiles y nunca concluídos. Tal vez esa era la razón de su existencia, ella era la conclusión de todo lo inconcluíble, ella compraría con su risa el entendimiento de todo lo que tocara.
Y no era que le importara mucho, simplemente la daba la importancia que ella creía que debía darle para que inconcientemente creciera en ella el interés que quería recuperar, esa fascinante sensación que dejan los chocolates y que aparece sólo con percibir su aroma. Tal vez ni siquiera le importó y se mostraba inquieta por la extenuante necesidad de mantener enfocado el pensamiento en los momentos de total plenitud o mostrarse preocupada para llamar la atención de quienes fácilmente se dejarían capturar por su mirada incandescente y llena de dolor.

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