miércoles, 16 de junio de 2010

Surreal.

Me cansé de explicarte ya como es que está todo lo mío hecho de goticas que van corriendo por todo el cuerpo para que no vuelvas a apretarme así, hasta sacarme todo por los ojos porque me haces sentir pequeña y vacía, y me miras desde arriba como con deseos de pisarme y yo no puedo ni siquiera moverme porque espero que al menos algo de esa zuela sea mío.

Cuando me acuesto y cierro los ojos para dormir veo un reloj que da vueltas y tiene tu cabeza maligna sonriendo en vez de números y de repente se desvanece y hay un fondo negro en el que yo estoy sentada, bastante más pequeña que tú, que estás parado a mi lado, de nuevo sonriendo con esa mueca de nariz rellena que te sale tan desagradable. Y tienes un bate en la mano, que no es como los de baseball sino como los de las cartas; y me golpeas, y te ríes, y yo me hago más pequeña, y me acurruco, y me golpeas, y trato de taparme la cara, y te acercas y me tomas amorosamente el mentón para que te mire y de nuevo... pum!, un golpe en un ojo, y trato de cubrirme con los brazos y te ríes, y me golpeas, y me hago más y más pequeña hasta que soy sólo una masita que unos brazos flaquitos intentan cubrir, y me golpeas, y te ríes, y estallo y me desvanezco en un humo gris con cenizas.

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