sábado, 13 de julio de 2013

Poseída.

Tengo un hombre pequeñito adentro que corre todo el tiempo tratando de alcanzar algo, un poco como el conejo (otra vez...), me grita insistentemente que recuerde que estás en este universo, ahora, y que más adelante quién sabe, que así como él cayó en el estómago de un cuerpo más grande yo podría caer en algo peor, en algo sin ti, sin ningún tú (y yo tan acostumbrada que estaba a la vida con ustedes...).

Y el hombrecito me hace mover la pierna izquierda de arriba a abajo, involuntariamente, como oprimiendo un pedal. Yo sé que es un hilo que él y tú manejan con habilidad, él, tú y el café, que desde adentro pelea con el Flexiplen.

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