lunes, 1 de diciembre de 2014

Ahogarse

De espalda al precipicio, de nuevo la felicidad de dejarme caer... de flotar segundos en el aire y ese primer contacto con el agua antes de que empiece a meterse por todos lados, a bloquearlo todo, a tocarlo todo, a alejarme de todo, de todos, a invadirlo todo y a invadirme toda. 
Y me hundo feliz. Es tan conocido este lugar, tan familiar, es una depresión calurosa, amigable, afectuosa, que no sabía que extrañaba y que ya no recordaba cómo se sentía... Es tan sensual.
Y de alguna manera tiene que ver siempre contigo, con nosotros, con lo que no logramos ser y que siempre está a un lado burlándose de las cosas que hacemos ahora, de que vayamos caminando como cangrejos repitiendo errores tantas veces conocidos y amasando tumores que ya sabemos de memoria como amasar; pero que siempre endulzan, como me endulza esto ahora, como bien dijo La Maga: -Pola fue viniendo como el sol en la ventana, yo siempre tengo que pensar en cosas así para saber que estoy diciendo la verdad. Entraba de a poco, quitándome la sombra, y Horacio se iba quemando como en la cubierta del barco, se tostaba, era tan feliz.-

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