lunes, 13 de septiembre de 2010

La princesa en la torre.

En días así es mucho más fácil extrañarte, y mucho más difícil tragárselo en vez de decírtelo de una buena vez: que el miedo a que te enamores me está devorando la planta de los pies a mordisquitos y que nadie logra entenderlo, ¿lo entenderías tú?, si te lo dijera... como si no lo supieras!... Como si no lo supieran todos; que no puedo ni mirarte a los ojos para hablarte porque los brazos se me derriten de ganas de saltarte encima y de quedarme ahí, apretándote la vida y desenrollando el hilito de la mía. Y me hace pensar en la ineficiencia de estos amores para siempre que se me meten en la cabeza, no puede ser que no me funcione como a todos los demás y que no pueda superar este complejo de princesa en la torre a la espera de su final feliz pero inventando para cada príncipe un dragón nuevo, cada vez más invencible.

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